Television e identidad ecuatoriana

Para entender ¿qué ha ocurrido en Ecuador en estos dos rubros? partiré desde un concepto básico, el significado de la palabra imagen a la que entenderemos como “representación”. Algo o alguien podría ser representado con imágenes, primero porque existe, porque es una realidad y segundo, cuando esa realidad se reconoce, es decir, se acepta y se identifica con esa realidad.

A los ecuatorianos nos resulta complicado reconocernos en una sola identidad, en una realidad, como un concepto homogenizante único. Quizás para la mirada externa es mucho más fácil determinarnos, simplemente nos dirán “mestizos” o “indígenas”.Pero, para reconocernos en “una identidad ecuatoriana”, necesariamente debemos pensar desde una mirada histórica. Nosotros somos historia. Allí encontraremos un primer escollo. ¿cómo encontrar “una identidad” en un país multiétnico, plurinacional, en donde coexisten catorce nacionalidades indígenas (según el CODEMPE), ó alrededor de veintiocho grupos étnicos auténticos con territorio, idioma, costumbres y formas tradicionales propias. Pero además, cada uno de estos grupos humanos está pugnando por reivindicaciones propias. De está manera se anula esa utopía del país unido, porque respondemos a la diversidad.

Por otro lado, creo que la identidad ha estado definida e impuesta, casi siempre por quienes detentan el poder. Por ejemplo, cuando los Incas invadieron desde el sur, desde Cuzco impusieron su identidad. Entonces correspondió a los pueblos sometidos únicamente la aceptación obligatoria, se buscó parecerse más a los conquistadores, llamarse, vestirse, hablar como los conquistadores y representarse con la identidad de los conquistadores. Lo propio ocurrió en América con la llegada de los españoles, allí se sembró un mestizaje con sangre, sudor y rosarios una identidad blanco-europea, siempre entendida ésta como superior o como sinónimo de poder dominante. Lo indígena fue subordinado, ocultado y excluido históricamente del poder.
El poder ejercido desde esta cultura blanco mestiza, instaurada a partir de la rebelión independentista, significó una pseudo aceptación de esa identidad blanco mestiza. Digo pseudo, porque a los mestizos que hicieron el naciente Ecuador, el que hoy conocemos, renegaron desde el principio su pasado indígena, pero al mismo tiempo, tampoco se encontraron en la identidad española, por el contrario fueron estigmatizados. Ecuador exhibe hoy una identidad que se funda en la nada, en el supuesto, en el anhelo. Pero además, y casi inmediatamente, se fueron construyendo varios niveles de mestizaje y con ellos su respectiva valoración. Lo que se entendió como pureza de sangre, de los más españoles, valía mucho más y éstos a su vez despreciaban y desvalorizaban lo mestizo con mayor ascendencia a lo indígena. Era la expresión del poder que el conquistador ejerció sobre los conquistados.

Así entendida la actual identidad ecuatoriana ¿cuál ha sido el rol de los medios de comunicación nacionales en el fortalecimiento y/o construcción de una identidad, o identidades?, especialmente hoy quiero referirme a la televisión. La televisión ecuatoriana ha pertenecido desde su aparición al sector privado. Ha respondido a una administración como empresa privada, y con ella, a una lógica de mercado de libre competencia. Invertir lo mínimo y obtener las máximas rentabilidades. Por ello que la iniciativa privada no ha pensado, por ejemplo, en desarrollar una producción nacional de calidad, educativa, para fortalecer la identidad nacional. Desde el comienzo se importaron productos televisivos extranjeros “los enlatados”. Se puso –sin mayor reflexión- al aire mensajes audiovisuales que reflejaban identidades de otros pueblos. A los ecuatorianos nos correspondió reconocernos en una forma mexicana, venezolana o Brasileña de hablar, enamorarse y de vivir. El mejor instrumento para socializar una identidad nacional deberían ser los medios de comunicación. Pero en Ecuador no fue así. Hoy como ayer se importan irreflexivamente desde modelos, presentadores/as de televisión, hasta locutores comerciales con acento mexicano, argentino o venezolano.En el pasado cercano la producción televisiva nacional ha estado caracterizada por la mediocridad y la vulgaridad. Existen algunos esfuerzos aislados, bajo el membrete de “producción nacional” que han rodado historias simplonas o malos remedos de culebrones mexicanos, venezolanos. Pero además, vale resaltar que, para que el producto “nacional” esté garantizado se debía importar desde otros países actores y actrices, directores y guiones, para dar prestigio al rodaje nacional.
En estas condiciones, el Ecuador mediático de hoy, lo único que se ha podido construir es un ideal de identidad basado solo en un nombre Ecuador. Ecuador que es todo y nada a la vez. Ecuador que es una línea imaginaria para dividir al mundo. Ecuador es división. Allí se funda el concepto de patria. Los estrategas de la naciente patria de 1830 pensaron que sería suficiente con una bandera tricolor casi igual a la de Colombia y Venezuela, cinco canciones patrias, unos cuantos héroes independentistas convertidos en monumentos de bronce para las plazas y en una remendada historia para representarnos como ecuatorianos.
La identidad ecuatoriana mostrada en la televisiva como imagen de “lo ecuatoriano” no es sólida, lamentablemente es división. Ecuador divide y vencerás. Y eso lo advertimos en los conflictos televisivos de hoy, que son los mismos conflictos sociales del Ecuador real: Serranos vs. costeños, indígenas vs. mestizos, blancos vs. negros, urbano vs. rural, ecuatorianos vs. peruanos, ecuatorianos vs. colombianos. Para muestra hay muchos botones, por ejemplo, los productos televisivos “nacionales” de humor explotan hasta el cansancio esta fórmula divide y vencerás. “Vivos” y “Ni en vivo ni en directo”, los programas faranduleros y de chismes, plagados de conceptos racistas, regionalistas, son un despropósito para la construcción de un ideal nacional.
Por : Fernando Ortiz
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1 comentario:

al diablo la cultura dijo...

A PROPÓSITO DE LA IDENTIDAD, EL PODER Y LA SOCIEDAD MEDIÁTICA
Reflexiones entorno al texto Televisión e identidad ecuatoriana, de Fernando Ortiz. (http://ferdinandortiz.blogspot.com)

Por Sebastián Endara

Los dos axiomas fundamentales que se plantean en el texto son; “El Ecuador exhibe hoy una identidad que se funda en la nada, en el supuesto, en el anhelo” y “Ecuador es división, allí se funda el concepto de patria... la identidad ecuatoriana mostrada en la televisiva como imagen de “lo ecuatoriano” no es sólida”.

Me gustaría indagar un poco acerca del hecho común que dice que la identidad tiene un referente sólido, es decir, una esencialidad inmutable que determina de una vez y para siempre las características o los rasgos de determinado conglomerado, como si éste, lejos de ser susceptible a la interacción humana, evidentemente histórica, se definiría a partir de una suerte de referencia definitiva, de constitución absoluta. Pero la realidad realidad nos muestra que probablemente no existe una identidad como esencialidad, sino que más bien existe, precisamente como anhelo, y en el más consistente de los casos, como “deber ser”. Por ello, ante la idea de “El Ecuador exhibe hoy una identidad que se funda en la nada, en el supuesto, en el anhelo”, expuesta originalmente dentro de un contexto negativo, más bien aparece como una realidad constatable.

Por otro lado, me gustaría preguntar si los medios masivos de comunicación en Ecuador nacieron con la función de fomentar la identidad ecuatoriana, o si, no eran más que un reflejo de la división imperante en una república inventada, como muchas, a partir de la copia de la copia de algún modelo europeo, y bautizada, a falta de un mejor nombre, es decir de un significante que logre agrupar la multiplicidad de rasgos culturales (por lo demás específicos), como Ecuador, que originalmente significa división.

Es irónico que los padres de la patria hayan dado en el blanco con este nombre de un país que recién comienza a plantearse seriamente su cuestión identitaria, una vez que se resolvieron los problemas territoriales. Y no hay por que alarmarse, puesto que en realidad los Estados generan un tipo de comprensión de la identidad, que basada en el ejercicio legítimo del poder, no busca más que la autolegitimación en un nivel profundo, el nivel cultural.

Es el estado el que ha fracasado en la generación de políticas serias del uso de los mecanismos para justificar simbólicamente su presencia y su sentido frente a la colectividad. Esta es una lectura de las actuales posisiones chauvinistas de la revolución ciudadana, que encuentran en el nacionalismo la amalgama de un movimiento amorfo surgido de una coyuntura electorera. Sin embargo, el poder económico, no dejó escapar la oportunidad de legitimar con tanta fuerza el sistema productivo del capital que ahora parece imposible reestructurar cultural y éticamente los productos mediáticos sin afectar a la esencia identitaria de la colectividad.