“Ecuador país de mierda”

“Ecuador país de mierda”


(Apuntes a partir de la película "Prometeo Deportado")

By: Fernando Ortiz

Al salir preferí no mirar los créditos sino el rostro de los asistentes. Busqué sus expresiones y reacciones. Encontré risas y miradas de aceptación. “Ciertito es, así mismo somos” dijo alguien mientras caminaba por el callejón buscando la salida.

Estoy convencido que la meta del cineasta no es caricaturizar ni enmascarar la realidad. La obra cinematográfica tampoco busca teorizar, ni colocar conclusiones. El cine es solamente hijo de un momento cultural. Fernando Mieles en “Prometeo deportado” traza muchas líneas a manera de ensayo sobre lo que somos y lo que no queremos ser los ecuatorianos.

El tema de la MIGRACIÓN en Cuenca es profundamente doloroso. El drama social ha pasado de lo particular a lo general. Es común entre cuencanos la sensación de la despedida y los reencuentros. Abandono, olvido y sepelio. Es posible abrir cualquier diálogo cotidiano y salpicarlo con memorias, peripecias, malabares, estafas y corrupción entorno a la migración. “El cuencano siempre vuelve” se afirma con nostalgia y esperanza luego de las despedidas aeroportuarias.

En la película, el cuarto de reclusión para migrantes se convierte en curioso laboratorio de caleidoscópicas imágenes patéticas, mágicas, realistas, otras imposibles quizás. Es una versión de “lo ecuatoriano”. Ese microcosmos -a lo mejor todo un mundo para nosotros- es en sí mismo el relato barroco bien logrado en corto tiempo y poco espacio. La mente del espectador puede recorrer la historia nacional. Vibra con la desfachatez del costeño sapo. Se identifica con el sentido de desarraigo. Repudia pero comprende la camaleónica intención de mimetización a la que muchas veces hemos apelado.

En “Prometeo deportado” está todo o -casi toda- la colección barroca de imágenes. Inclusive, la visión pesimista de lo nacional traducida como en un pasillo a lo J.J. El filme marca un acento en lo que nos queda del orgullo patrio. Caricaturizando la bandera, al himno que no termina sino enredado y al escudo nacional  en la cabeza trasquilada de un anodino personaje con pretensiones de héroe olímpico.

Reconocer que el “vivo criollo” tiene talla nacional no más. Que sus estrategias no pueden globalizarse. Que somos ingenuos y pendejos. Que nos comemos el cuento fácilmente. ¿cómo sería un Ecuador con personajes como la Juana Guarderas?. Buena nota, acolitadora, solidaria, organizadora, seguramente algún reallity televisivo le candidatizaría para mejor ecuatoriana y nada más. Me detengo en el momento del caos, saqueo y la demolición. Debería ser un presagio de un relato que enrumbaría hacia la reorganización social, la cordura y la planificación; pero no, los ecuatorianos preferimos tanto en la ficción como en la realidad, incendiar al país, botar al gobernante, para que las cosas sigan iguales o peor que antes. Cambiamos para que no cambie nada. Enarbolamos un pseudo espíritu nacional que se desinfla en el “sí se puede” o el archifamoso espíritu de cuerpo del “todos o nadie”.

Cuando los personajes hablan de los presidentes se refieren a los ex presidentes, los de la partidocracia. Claro, determinando una prudente distancia para no incomodar al régimen actual, muchos de ellos auspiciantes de la película.

Me preguntaba sobre la frase: “Ecuador país de mierda” ¿resume lo que somos?. Recordé los textos de Hurtado en “Las costumbres de lo ecuatorianos”, Adum “Ecuador, señas particulares”, Valdano “Identidad y formas de lo ecuatoriano” y  la historia según Ayala Mora, solo entonces, reconocí el mérito de Fernando Mieles, al poner con imágenes lo que con miles de palabras sociológicas no han logrado decir y definir aún. Luego de ver “Prometeo deportado” pienso que Ecuador tiene más que mostrar, más allá del centralismo y el regionalismo. Más allá de la disputa entre serranos y costeños. Por decir algo, hay un oriente ignorado. Esas lenguas raras que se escuchan como fondo, ratifican la existencia de un país esperanza ocultado.

Finalmente. La única salida, como país, resulta huir por la puerta del baúl del mago. Una salida fácil en lo narrativo. Una salida que no significó retorno sino escape con lo que nos queda. Una murga carnavalesca desesperada.

Un guión muy interesante. Actuación limpia y bien lograda, muy a pesar de haber reclutado a gente de teatro, sin embargo el lastre de la sobre actuación no pesó. Lo hicieron muy bien. Con “Prometeo deportado” hemos evolucionado cinematográficamente.

Congratulaciones Fernando Mielles.